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Ya vimos en al artículo “¿Qué es una endocarditis?“ que una endocarditis es una enfermedad inflamatoria de origen infeccioso, en la que se provoca la destrucción parcial o total de una o varias válvulas del corazón. Las consecuencias de esta alteración, que también vimos en “La endocarditis. Síntomas“, pueden ser muy graves.
Ante esta información, surgen las preguntas frecuentes: ¿cuáles son las causas de la endocarditis? ¿cómo puedo contraer esta enfermedad?
Ante esta consulta, es preciso comprender varios conceptos. En primer lugar que, cuando hablamos de endocarditis, nos solemos referir a una infección de la capa interna del corazón (endocardio), que afecta a las diferentes partes del mismo. Sin embargo, las alteraciones suelen ser más notables en las válvulas cardiacas, de ahí que las manifestaciones sean consecuencia de problemas a ese nivel (estenosis o insuficiencia aórtica, mitral o tricuspídea, generalmente).
El origen de este problema suele ser una infección que se ha extendido desde otro foco, por vía hematógena (es decir, a través de la sangre). A este respecto, no debemos olvidar que toda la sangre, que recorre las diferentes partes del cuerpo, ha de pasar por el corazón, de forma que si está infectada, los gérmenes pueden afectar a este órgano.

Factores de riesgo para tener una endocarditis
En este punto hay que aclarar un aspecto: no todas las personas que tengan una infección en la sangre desarrollarán una endocarditis, es decir, hay una serie de factores de riesgo que hacen que unas personas sean más susceptibles que otras. Estos son, fundamentalmente, los siguientes:
– alteraciones congénitas del corazón
– válvulas cardiacas con alguna lesión previa
– válvulas artificiales (prótesis valvulares implantadas por una valvulopatía)
– alteraciones de las defensas o inmunes (por patología inmunológica o por medicamentos que disminuyen las defensas, como los inmunosupresores)
Causas de endocarditis
Aclarado el concepto de que hay una serie de factores que aumentan el riesgo de padecer una endocarditis, lo siguiente es comprender que la infección de la sangre que acaba por afectar al interior del corazón tiene que tener un punto de entrada a nuestro organismo, y es ahí donde se debe extremar su prevención.
Aunque en muchas ocasiones no se encuentra el foco de entrada, los más frecuentes son:
– boca: tras una infección a nivel de la boca o una intervención en esta localización, es frecuente que haya gérmenes que lleguen al torrente sanguíneo.
– inserción de catéteres y procedimientos invasivos a cualquier nivel, predominando los urinarios, respiratorios o digestivos. En toda manipulación invasiva, es prácticamente inevitable el ingreso de gérmenes al organismo, los cuales pueden abocar en una endocarditis.