En el artículo “Válvulas biológicas vs válvulas mecánicas. Ventajas e inconvenientes” explicamos por qué no se puede plantear que, entre los dos tipos de válvulas protésicas (“artificiales”), uno sea mejor que el otro, ya que ambos tienen pros y contras.
Como siempre decimos, si hubiera una clase de válvulas superiores a las otras, las peores simplemente acabarían desapareciendo. En un campo tan delicado como la cirugía cardiovascular, cualquier diferencia de resultados, basada en las características de un producto empleado, se mira con lupa.
Por todo ello, en lugar de decir “qué tipo de válvula es mejor”, debemos decir “qué tipo de válvula es mejor para mí”, es decir, cuál es más adecuada para mis propias condiciones.
Así, como vimos en el artículo que mencionamos al principio de esta exposición, en general, las ventajas e inconvenientes de las prótesis valvulares se podría resumir en este cuadro:
Anticoagulación | Sufre desgaste con el tiempo | |
Válvulas biológicas | NO | SÍ |
Válvulas mecánicas | SÍ | NO |

De entrada, nadie querría una válvula que sufre desgaste o deterioro con el tiempo (¿cuánto? Muy variable y siempre se habla de promedios, lo cual puede conducir a error, pero podemos hablar de 10-20 años, aunque es un tema que se está mejorando en los últimos años). Sin embargo, la otra opción (las válvulas mecánicas) conlleva otros problemas:
– riesgos de trombosis (coágulos en la válvula) y embolismo (migración de dichos coágulos)
– medicación anticoagulante de forma permanente (riesgo de efectos adversos como la hemorragia y la limitación en la calidad de vida por sus controles)
Por ello, a la hora de decidir qué tipo de válvula cardiaca es mejor, nos debemos basar en:
– edad: es el factor más importante. En pacientes jóvenes se suele optar por las mecánicas, dado que sus expectativas de vida suelen ser muy superiores a la de la prótesis biológicas o bioprótesis (¿cuál es el límite? Aunque no es un concepto estricto, la frontera se suele situar en los 65 años, con diferentes matices)
– función renal: una función renal muy alterada suele asociarse a un deterioro mayor de las prótesis biológicas, lo cual es un factor más a la hora de elegir el tipo de válvula
– tendencia a hemorragia por otros motivos: en pacientes con problemas de tendencia al sangrado a otros niveles o patología de la coagulación (alteraciones hepáticas severas, etc.), la anticoagulación asociada a las válvulas mecánicas puede estar contraindicada, por lo que nos orientaríamos hacia las biológicas.
– planes de embarazo: tema siempre complejo, hay que recordar que la anticoagulación puede suponer un problema importante durante la gestación
– actividad laboral y estilo de vida: hay ocasiones en las que, por el tipo de vida del paciente o su profesión, los controles que precisa la anticoagulación oral suponen un problema (viajes frecuentes a lugares con poco o nula asistencia médica) o simplemente son inviables o el riesgo de hemorragia es superior al normal (actividades extremas, golpes, cortes,…). Esa dificultad (o incluso contraindicación) para mantener la anticoagulación, nos pueden hacer ver que la bioprótesis es una opción interesante para este tipo de pacientes.
– anatomía: aunque este factor es más difícil de explicar, debemos recordar que, en ocasiones, los hallazgos intraoperatorios (tamaño del anillo valvular, calcificación,…) también pueden influir a la hora de seleccionar qué tipo de válvula es el más adecuado para cada paciente.
En resumen, la elección del tipo de válvula cardiaca artificial es una decisión que debe basarse en las condiciones de vida y características del paciente, ya que son estas las que convierten en “mejor” o “peor” cada tipo.