Una de las preguntas más frecuentes (y los temas más de mayor interés) a la hora de informar sobre cualquier procedimiento de cirugía del corazón es el relativo a la recuperación. Sin duda, es el tema que más preocupaciones despierta y, como veremos a continuación, es un punto en el que una correcta preparación e información puede afectar más a la experiencia que viven los pacientes.
Por ello, vamos a dedicar una serie de artículos a esta cuestión, con la intención de tratar todos los aspectos que suelen preocupar a los pacientes, desde la primera fase en la Unidad de Cuidados Intensivos, hasta la recuperación en el domicilio habitual.
Una vez terminada la intervención quirúrgica, se realiza el traslado a la UCI (Unidad de Cuidados Intensivos), en la cual el paciente permanecerá durante las siguientes horas. El tiempo de permanencia dependerá del tipo de intervención y de la propia evolución del paciente, pero suele oscilar entre 12 y 48 horas. A este periodo habrá que sumar las necesidades de cada paciente, en función de las características de su evolución o su situación particular (enfermedades previas a la cirugía, etc.).
Es muy importante remarcar que el uso de técnicas menos invasivas (ver «Ventajas de la cirugía mitral por mini-incisión» y «Beneficios del TAVI«) conllevan también un impacto menor sobre el organismo, lo cual reduce también la intensidad y duración de esta primera fase del postoperatorio, así como la incidencia de complicaciones.

Fuente: Ad Meskens [CC BY-SA 4.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0)], via Wikimedia Commons
También dependiendo del tipo de cirugía y anestesia empleada, el paciente puede llegar ya despierto (y extubado) o bien todavía anestesiado, y manteniendo el tubo de la respiración artificial. En ocasiones, es preciso mantener al paciente anestesiado durante un periodo de tiempo mayor, para conseguir una mayor estabilidad, por lo que se mantendrá el tubo de respiración artificial durante más tiempo.
El despertar se intenta que sea progresivo y sin grandes sobresaltos, administrando sedación para conseguirlo, en los casos en los que se precisa.
Una vez que el paciente se ha despertado y retirado el tubo del respirador, se mantiene bajo estricta vigilancia. Las primeras horas tras la cirugía son las más delicadas: es en ese momento cuando hay mayor probabilidad de presentar alguna complicación.
Por ello, en la UCI, se monitorizan los signos que puedan alertar del inicio de una situación no deseada, ya que la detección precoz hace que se puedan corregir la mayor parte de ellos. Así pues, se miden de forma constante los parámetros vitales (tensión arterial, oxigenación, sangrado, diuresis) y se evalúa la intensidad del dolor para administrar los analgésicos que disminuyan las molestias típicas tras una intervención quirúrgica.
El periodo de ingreso en UCI tras la cirugía es una fase clave en la recuperación postoperatoria por los motivos descritos (detección precoz y corrección de complicaciones, control del dolor,…), por lo que se prioriza al máximo su funcionamiento eficaz, sacrificando otros aspectos menos vitales en esta fase. Por ello, las visitas están más restringidas que en otras fases, como en la hospitalización en planta, que comentaremos en siguientes artículos.