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En el artículo “¿Qué es una endocarditis?” ya vimos cómo la endocarditis es una afección, generalmente infecciosa, que puede provocar, entre otras cosas, un daño muy grave sobre las válvulas del corazón, que requiera tratamientos muy prolongados e incluso intervenciones quirúrgicas.
Hoy vamos a poner el foco sobre uno de los aspectos más importantes en este campo: la prevención, es decir, qué podemos hacer para evitar la aparición de una endocarditis.
¿Podemos evitar las endocarditis?
Las endocarditis son consecuencia de que un germen anide en el interior del corazón, provocando allí una infección, cuyas consecuencias hemos mencionado en párrafos anteriores. Para ello, solo hace falta que haya gérmenes en la sangre, de forma que cualquier persona puede padecer una endocarditis infecciosa, por lo que inicialmente podríamos pensar que no podemos prevenir las endocarditis.
Sin embargo, sin factores predisponentes, es muy improbable que se presente este problema. Por ello, si disminuimos los factores de riesgo, podremos también reducir enormemente la posibilidad de que se inicie una endocarditis.
Prevención de la endocarditis infecciosa: actuar sobre factores de riesgo y eliminar las causas
Como vimos en el artículo “Causas de la endocarditis, ¿Cómo se contagia?”, debemos diferenciar entre factores de riesgo y causas de endocarditis
Entre los factores de riesgo de endocarditis, destacan las alteraciones congénitas del corazón, ser portador de una prótesis valvular (válvula artificial del corazón) o alguna alteración en las válvulas, así como los problemas de inmunidad (defensas bajas).
Aunque algunos de estos factores de riesgo no son eliminables, si nos alertan ante esta especial vulnerabilidad, para estar más enfocados a prevenir las endocarditis en este tipo de pacientes, mediante profilaxis (antibióticos) y pensando en ello ante cualquier afección (diagnóstico precoz).

Por otro lado, tenemos las causas de endocarditis, entre las que destaca cualquier procedimiento que promueva la entrada de gérmenes a la circulación: intervenciones quirúrgicas, sobre todo en territorios más contaminados, como el digestivo o genitourinario, manipulaciones orales (dentales, etc.), focos de infección en cualquier otra parte del cuerpo (abscesos, infecciones localizadas) o infecciones a nivel global (sepsis,…).
En todos estos casos, sobre todo si hay factores de riesgo asociados, es fundamental tener en mente la prevención de la endocarditis, bajos dos aspectos: reducir la entrada de dichos gérmenes al organismo, y eliminándolos mediante antibióticos (lo que se denomina “profilaxis antibiótica”).