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Como todos los órganos y tejidos del cuerpo, el corazón se nutre a través de sus propias arterias, que le aportan la sangre que transporta oxígeno y otras sustancias (glucosa, minerales, etc.) para mantener las reacciones químicas necesarias.
Las arterias mediante las cuales se irriga el corazón se llaman coronarias y, aunque hay tres fundamentales (derecha, circunfleja y descendente anterior), se ramifican en otras más pequeñas, que recorren todo el tejido que compone dicho órgano.
Con el paso del tiempo, y de forma más acelerada ante la presencia de factores de riesgo como la hipertensión, el exceso de colesterol en sangre (hipercolesterolemia) o de azúcar (diabetes) y el consumo de tabaco, entre otros, las arterias de todo el cuerpo se van deteriorando.
Esta alteración de las arterias consiste en un endurecimiento de la pared arterial (esclerosis; en concreto arteriosclerosis), provocado por el depósito de materiales en ella, en forma de placas.
Este material (placas de ateroma) ocasiona lo que se denomina también aterosclerosis, y se compone sobre todo de colesterol y calcio, aunque también puede incluir material trombótico (coágulos), cuando se fractura la placa.
Así, a medida que se van incorporando a la pared arterial dichas placas de ateroma, el conducto por el que pasa la sangre (lo que conoce como “luz arterial”) se va estrechando, de forma que se produce una obstrucción parcial o incluso total (oclusión). Esto conlleva, como es lógico, que el territorio irrigado por ese vaso sufra por falta de riesgo. Es lo que se conoce como isquemia.
¿Qué es la angina de pecho?
La angina de pecho (o angor pectoris) es el resultado de la falta de riego (isquemia) en algún territorio coronario, es decir, en algún área irrigada por las arterias coronarias. En estos casos, la cantidad de sangre que llega al tejido cardiaco es insuficiente y empieza a provocar síntomas, suponiendo riesgo de lesiones relevantes en el corazón (por ejemplo, el infarto de miocardio, del que hablaremos más adelante).

¿Cuáles son los síntomas de la angina de pecho?
Aunque en ocasiones esta situación de isquemia puede pasar inadvertida (isquemia silente), la angina de pecho suele caracterizarse por aparecer como una molestia opresiva, generalmente en la zona retroesternal (“por detrás del esternón”). Sin embargo, la angina puede adoptar formas muy diversas.
Dado que la angina de pecho es una situación que puede requerir actuaciones que eviten su progresión a lesiones irreversibles, es muy importante acudir a un especialista para su estudio. Es muy importante recordar también que hay muchos otros cuadros con síntomas similares y mucha menor relevancia (inflamación costal, pericarditis, etc.), que se deben diferenciar del angor, ya que su enfoque es muy diferente.
La angina de pecho, junto al infarto de miocardio, se engloban en lo que se denomina Cardiopatía Isquémica.