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El latido normal del corazón tiene dos partes: la contracción de las aurículas y la contracción de los ventrículos. La primera es una ayuda para la segunda, que es la realmente necesaria para la vida. Así, mientras la contracción auricular contribuye a llenar los ventrículos, la contracción ventricular impulsa la sangre por todo el cuerpo, lo cual es la función del corazón, como vimos en el artículo “¿Cómo funciona el corazón? ¿Para qué sirve este órgano?“. Estos dos tipos de contracción ocurren, en condiciones normales, de forma rítmica.
¿En qué consiste la fibrilación auricular?
Sin embargo, en ocasiones, las aurículas no laten de forma regular y coordinada, sino que lo hacen de forma caótica y desordenada. Eso implica que no contribuyen al llenado del ventrículo ya que no consiguen eyectar la sangre que contienen. Esta situación se conoce como fibrilación auricular.
¿Cuáles son las causas de la fibrilación auricular?
Aunque a veces puede aparecer la fibrilación auricular sin una causa clara que la justifique, puede presentarse esta arritmia como consecuencia de diferentes factores, como:
– enfermedad de las válvulas cardiacas, en las que las aurículas pueden aumentar de tamaño hasta perder su función habitual, iniciando una fibrilación auricular, como vimos en el artículo “Las palpitaciones y los problemas del corazón. ¿Tienen relación las palpitaciones con la enfermedad de la válvula mitral?”.
– problemas coronarios
– alteraciones en el “marcapasos natural” (nodo sinusal) del corazón
– determinadas cardiopatías congénitas
– enfermedades no cardiacas, como el exceso de función de la glándula tiroides (hipertiroidismo), algunas infecciones por virus, problemas pulmonares, apnea del sueño, tensión arterial elevada (hipertensión)
– efecto de sustancias estimulantes, como algunos tipos de medicación, tabaco, alcohol o cafeína.

Fuente: J. Heuser [CC BY-SA 3.0 (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0/)]
¿Qué síntomas tiene la fibrilación auricular?
El resultado de esa actividad desordenada de las aurículas es un ritmo irregular, de forma que cuando calculamos la frecuencia cardiaca (el pulso, o número de latidos por minuto) oscila mucho. La frecuencia puede ser rápida (entre 100 y 170 latidos por minuto), aunque en determinados casos, que explicaremos en futuros artículos, puede ser demasiado lenta e incluso necesitar un marcapasos.
Aunque en algunas ocasiones puede pasar desapercibida, los síntomas más frecuentes que presentan los pacientes con fibrilación auricular están relacionados con ese ritmo irregular, en la forma de palpitaciones (“aleteos”, extrasístoles, latidos que notamos “fuera de tiempo”,…), en ocasiones muy molestas.
Además de las palpitaciones, puede haber manifestaciones como consecuencia de la falta de esa ayuda de las aurículas al latido ventricular que describía antes. En esos casos, la fibrilación auricular cursa con debilidad, sensación de falta de aire, mareos, dolor en el pecho e incluso desmayos.
En siguientes artículos comentaremos por qué es importante controlar los casos de fibrilación auricular ya que, aunque en principio se suele tratar de una afección benigna, pueden aparecer complicaciones si no se trata adecuadamente.