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Con alguna frecuencia, se oyen los términos “isquemia” o “isquémico” cuando hablamos de la circulación y la patología cardiovascular.
Como ya explicamos en el artículo “¿Cómo funciona el corazón? ¿Para qué sirve este órgano?”, el corazón bombea la sangre que cada rincón de nuestro cuerpo necesita para alimentarse y oxigenarse. Cuando, por diferentes causas, aparece una situación en la que el riego es insuficiente, pueden surgir varios problemas.
Si el origen de la falta de riego es el propio corazón, solemos hablar de “hipoperfusión”, es decir, circulación disminuida, de forma global.
Sin embargo, cuando el problema es más localizado, generalmente por causa de un problema en una arteria, se usa el término isquemia, y se catalogan de “isquémicos” los tejidos que tienen este problema.
Definición de isquemia
Así, la isquemia es el déficit de riego sanguíneo, generalmente localizado, de un tejido u órgano del cuerpo.

Imagen: Patrick J. Lynch, medical illustrator; C. Carl Jaffe, MD, cardiologist. https://creativecommons.org/licenses/by/2.5/
Tipos de isquemia
La isquemia puede aparecer de forma brusca (por ejemplo, cuando se obstruye de forma inmediata una arteria, por un trombo o una placa de ateroma fragmentada) o progresiva (cuando la arteria se va estrechando progresiva y lentamente, por ejemplo por culpa de la arteriosclerosis).
Isquemia aguda e isquemia crónica
Cuando la isquemia se instaura de forma brusca, se cataloga como aguda, mientras que si aparece progresivamente se habla de una isquemia crónica.
Las manifestaciones de la isquemia son muy diferentes si se produce de forma aguda o crónica, ya que en el primero de los casos hay unas consecuencias muy marcadas (deterioro de la zona afectada, a veces de forma irreversible), mientras que en el caso de la isquemia crónica, si su evolución es muy lenta, el organismo puede adaptarse parcialmente creando una nueva circulación (circulación colateral) que puede mitigar o paliar parcialmente el problema.
Tratamiento de la isquemia
Hay diferentes formas de tratar la isquemia, y la elección de un tipo u otro de tratamiento dependerá de la localización, grado de evolución y manifestaciones de la misma. Los enfoques terapéuticos, dependiendo de dichos aspectos, pueden ser:
– tratamiento médico: orientado a solventar el problema mediante fármacos (por ejemplo, fibrinolíticos para disolver un trombo)
– tratamiento radiológico intervencionista: con el objetivo de “abrir” las lesiones desde dentro de la arteria
– tratamiento quirúrgico: para restablecer el flujo sanguíneo en la zona afectada mediante cirugía, sustituyendo parte de la arteria, eliminando el obstáculo o realizando un by-pass arterial (ver: “Qué es un by-pass”)