El conocimiento de la endocarditis implica muy diferentes aspectos, desde su definición, sus causas y sus síntomas, hasta su diagnóstico y tratamiento (quirúrgico o no), pasando por la prevención (profilaxis) y sus riesgos. Por ello, será objeto de varios artículos para aclarar los conceptos más básicos.
Empezando por el principio, es importante recordar que las cuatro cavidades del corazón están recubiertas en su interior por una membrana que se conoce como endocardio.
Así, una endocarditis es una inflamación (-“itis”) de esa capa interna del corazón. Debido a que lo que causa esta inflamación es una infección (por bacterias, virus u hongos), se considera endocarditis toda infección de la parte interna de corazón.
¿Qué consecuencias tiene una endocarditis?
Al inflamarse – infectarse la cara interna del corazón, se producen una serie de reacciones en ese tejido, que suelen desembocar en dos problemas:
– creación de un tejido (conocido como vegetaciones o “verrugas”)
– alteración de la función de las válvulas
Vegetaciones en el corazón
Al desarrollarse, dentro del corazón, la infección de la endocarditis, se crea ese tejido que hemos mencionado (las vegetaciones o verrugas). Estas se componen de un material blando, inflamatorio, muy fácilmente fragmentable.
Para hacernos una idea del daño que eso puede provocar, debemos recordar que a través del interior del corazón hay una corriente de sangre con una enorme intensidad (puede rondar los 5 litros por minuto), por lo que cualquier tejido que no esté firmemente sujeto al endocardio puede desprenderse y ser arrastrado por esa corriente a cualquier parte del cuerpo. Esto es lo que se denomina EMBOLIA y se caracteriza porque el émbolo (que es como se llama al material que se desprende y se arrastra por la circulación a cualquier parte del cuerpo) acaba por llegar a una arteria cuyo calibra ya no le deja seguir circulando, provocando una obstrucción.
Las consecuencias de la embolia dependerán de la arteria que se obstruya, pero es evidente que el daño puede ser muy severo (cerebro, riñones, intestino, hígado, extremidades, etc.)

Alteración de la función de las válvulas
Por otro lado, en otras ocasiones, la vegetación valvular no se desprende, sino que obstruye parcialmente la válvula provocando un estrechamiento (estenosis) de la misma.
Además de las vegetaciones o verrugas, otro problema frecuente relacionado con la endocarditis es la destrucción del tejido valvular (perforación o incluso desgarro de los velos que componen las válvulas). Ese deterioro de los velos conlleva una falta de unión de sus bordes, lo cual hace que fallen al cerrar, provocando una insuficiencia valvular.
Un dato a tener en cuenta es el dramatismo que puede acompañar a la aparición de una insuficiencia valvular, cuando es severa (por ejemplo, al romperse bruscamente un velo). Esto es debido a que cuando se produce una insuficiencia valvular por otras causas (fiebre reumática, degeneración cálcica,…) la evolución puede ser lenta, de forma que el organismo se va adaptando parcialmente y sus manifestaciones son menos llamativas, pudiendo incluso carecer de síntomas (insuficiencia valvular asintomática) durante años, precisamente porque el corazón puede compensar en parte el problema.
Sin embargo, el caso de una rotura aguda de un velo, por causa endocardítica o cualquier otra, suele manifestarse con una sintomatología muy intensa (que veremos próximamente) y suele ser precisa una actuación inmediata para evitar un desenlace no deseado.
Por último, es bueno también comentar que, en ocasiones, también se producen alteraciones a largo plazo, debido a la “cicatrización” de las válvulas inflamadas, cuyos velos se fusionan o retraen, provocando también estrechamiento (estenosis) o insuficiencia valvular.