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Aunque técnicamente no es una expresión del todo correcta, la frase “tengo una válvula obstruida” es de las que se oyen con más frecuencia en una consulta de Cardiología o Cirugía Cardiovascular.
¿Qué es una “válvula obstruida”?
Como vimos en el artículo ¿Cuáles son y para qué sirven las válvulas del corazón?, la función de las válvulas es impedir el reflujo de la sangre, para que esta circule en el sentido adecuado.
Cuando enferma una válvula, puede hacerlo de dos formas: no cerrando bien (en cuyo caso existe ese reflujo que debería precisamente evitar) o no abriendo de forma adecuada.
En este último caso, cuando la válvula no abre de forma correcta, la válvula se estrecha. Es lo que describíamos como estenosis valvular en el artículo ¿Qué es una valvulopatía?, y consiste en un obstáculo al flujo de la sangre, una “obstrucción parcial”.
¿Cuáles son las causas de una “válvula obstruida”?
Las causas de estenosis valvular son diversas, si bien las más frecuentes son tres:
- acúmulo de calcio: secundariamente al paso del tiempo, el calcio puede acumularse en las válvulas, provocando un engrosamiento de sus velos y una dificultad en la apertura valvular
- fiebre reumática: años después de padecer esta enfermedad, es posible observar una secuela consistente en cicatrización de los velos que forman las válvulas cardiacas. Esta cicatrización también dificulta la apertura de las válvulas del corazón.
- defectos congénitos: en ocasiones, sobre todo en la válvula aórtica, encontramos anomalías congénitas (por ejemplo, la válvula aórtica bicúspide) que ocasionan un estrechamiento valvular de forma precoz.
¿Qué hay que hacer ante “válvula obstruida”?
No hay un tratamiento farmacológico que influya en la evolución de una estenosis valvular. Dependiendo del grado de estenosis y su sintomatología, puede estar indicada la revisión periódica ecocardiográfica para vigilar su evolución. En casos concretos, debido a su severidad o síntomas, puede ser precisa una intervención quirúrgica.