Una vez culminado el diagnóstico de una dolencia cardiaca que precisa cirugía para su tratamiento, se inicia una fase nueva para los pacientes. Dudas, preocupaciones y un sinfín de datos se agrupan en torno a ellos y surge la pregunta más frecuente:
¿Es peligrosa la cirugía cardiaca?
Sin lugar a dudas, este es uno de los momentos más delicados e importantes de todo el proceso y es la base de una adecuada relación entre el cirujano y su paciente, ya que es fundamental encontrar el equilibrio entre una visión excesivamente optimista y un enfoque demasiado preocupante. La solución, para todos los casos, es ser lo más realista posible, sin perder en ningún momento la delicadeza y la humanidad.

El primer punto a la hora de valorar (y aceptar o rechazar) los riesgos de cualquier intervención quirúrgica, sea cardiovascular de cualquier otro ámbito, es conocer a fondo la evolución y pronóstico de la enfermedad a tratar. Esto, conocido como “historia natural” de la enfermedad, es lo que debe regir qué tipo de riesgo se puede asumir.
Así pues, en función del riesgo de la propia enfermedad, estaremos dispuestos a asumir (o no) una técnica que también pueda entrañar sus propios riesgos (toda intervención, por sencilla que sea, los tiene, desde las más sencillas a las que se conocen como “a corazón abierto”).
Como en cualquier cuestión difícil, la respuesta a la pregunta que hoy analizamos es variable entre unas personas y otras, y según el procedimiento concreto, de forma que no hay una respuesta válida para todos.
De esta manera, debemos diferenciar dos tipos de peligros: los dependientes de la técnica (dificultad, duración, invasividad, etc.) y los propios de cada paciente (edad, estado general, patología asociada, etc.). Por ello, el riesgo de una intervención de cirugía cardiovascular debe evaluarse de forma individual ante cada paciente, y es el cirujano el que debe comunicar su estimación sobre el mismo. Como ayuda, actualmente disponemos de una serie de escalas de riesgo (por ejemplo, Euroscore II), mediante las cuales se puede evaluar, de forma aproximada, el riesgo de un paciente ante una cirugía concreta, en función de los datos específicos del mismo.
En cuanto a los resultados concretos en España, a modo de ejemplo, podemos citar la noticia incluida en la web de la Sociedad Española de Cirugía Cardiovascular: “La cirugía cardiaca presenta excelentes resultados, en todos los subgrupos de patologías, con mortalidades mejores a las esperadas por el score de riesgo preoperatorio Euroscore II”
Por último, cabe destacar que, de forma individualizada para cada tipo de intervención, se ofrecerá al paciente, además de la explicación antes descrita, una recopilación de los diferentes riesgos que entraña su caso concreto, en forma del documento denominado “consentimiento informado” de cirugía cardiovascular, el cual analizaremos con detalle en próximos artículos.